venres, 2 de xuño de 2023

Monterias en la Sierra de Toxoso.

  
 


   25/4/1922. El Ideal Gallego.
   "Siguen los lobos causando estragos en los ganados de varias parroquias de Villalba, Muras, Orol, Abadín, Alfoz y Valle de Oro, llegando con frecuencia a Corbelle, en las cercanias de Villalba, Estelo, perteneciente a la parroquia de los Remedios de Mondoñedo.
   Son muchas las ovejas, vacas y caballerías devoradas. Las fieras recorren con toda tranquilidad los montes y poblados.
   De día y de noche se ven lobos por todas partes, penetrando algunas veces en las mismas airas.
   La gente no se asusta ni poco ni mucho, pues es gente recia, valiente, acostumbradas a tales vecinos; pero está alarmada por las pérdidas que sufre.
   El 29 del mes último, con objeto de acabar con los lobos, se celebró una montería en Toxoso.
   ¿Dónde está Toxoso'
   La sierra de Toxoso hállase situada en la antigua jurisdición de Costas de Montes, perteneciente al ayuntamiento de Abadín, a cinco kilómetros de la carretera de Villalba a Oviedo, y desde allí se ve la ciudad de Lugo.
   Los cordones estuvieron formados por unos 1.500 hombres y mujeres de Mondoñedo, San Simón, Samarugo, Corbelle, Romariz y Labrada y por varios cazadores de Villalba y Mondoñedo.
   Las corridas las llevaron a cabo unas 600 personas de Corbelle, Castromayor, Candia y Fanoy.
   El cordón de San Simón  estaba mandado por el montero Antonio Palmeiro; el de Samarugo por el montero José Fraga, y el de Corbelle, por el montero Vicente Grandio.
   La manga, formada por los cordones, asemejaba una herradura imperfecta de unos siete kilómetros.
   Después de tomar lista, a las diez de la mañana, se hizo el primer fumazo anunciando la batida. En seguida se hizo el segundo fumazo, en el coto de Oural, siendo visto por toda la gente que se puso en guardia.
   Inmediatamente salieron las corridas, que se hallaban en la entrada de la manga, haciendo disparos y dando grandes voces.
   De repente aparecen tres lobos.
   Uno de ellos, después de haber recorrido una larga distancia, es herido de bala por don Antonio Santomé que estuvo a veinte pasos  de la fiera, que ésta, al ser herida, cayó al suelo y se levantó con una piedra enorme en la boca, huyendo por entre la maleza.
   Otro de los lobos fué herido por un mozo de Fanoy.
   A eso de las doce, dos de las fieras, dando saltos enormes al verse acosada por todas partes, se dirigen hacia el cordón de San Simón; pero los de San Simón las hicieron huir.
   Luego avanzaron hacia el cordón de Labrada, el cual, aun cuando no disponian de armas de fuego, hizo frente a los lobos con palos, hoces y galletas; pero los lobos consiguieron romper el cordón.
   A las dos de la tarde un lobo cruzó veloz como un rayo por el medio y medio de unas de las aldeas de Labrada, dirigiendose a los montes del Cuadramón.
   La montería se hizo con orden y no hubo que imponer multas, ya que todos concurrieron y nadie abandonó el puesto.
   Dícese que al día siguiente aparecieron muertos dos lobos, uno de ellos no lejos de las Oiras.
   El día 12 se celebró otra monteria, dirigida por don José Pedreira, dos Agros, montero mayor de Abadín; pero no dió resultado, porque los lobos antes de formarse los cordones, huyeron en varias direcciones, habiendose vistos, no lejos de Castromayor, un lobo y un lobezno.
   Por no haberlas, no se colocaron en las monterias, como otras veces y como se hace en Muras, Orol y otras partes as cordas o trampas donde quedan presas las fieras.
   Estas trampas, de unos 80 metros de largo por 10 de alto, son unas redes de malla muy gruesa y se sujetan con estacas de madera, en un punto estratégico, situado en la cabeza de la manga.
   Las trampas están custodiadas por tres mangueiros y tres contramangueiros armados de galletas, elegidos entre los hombres más fuertes y de más valor.
   Al estar las fieras presas, los mangueiros, ocultos entre tojos o ramas, dentro de la manga, y los contramangueiros, situados fuera, se hechan encima y las matan, no sin tener que luchar, muchas veces, largo rato, cayendo al suelo, más de una vez, a los pies de las fieras.
   En esta lucha intervienen también, cuando es necesario, varias personas de los cordones.
   A las monterías concurren una persona de cada casa de las parroquias que se señalan, teniendo que ser el hombre, donde los haya, y mujer, donde no haya hombre.
   El 27 se celebrará otra monteria y el 29 de nuevo otra.
   A ellas se propone asistir varias conocidas personas de Villalba y Mondoñedo.
   Estos espectáculos nos traen a la memoria el sinnúmero de lobos y otras fieras que en los siglos pasados pululaban por Toxoso y por casi toda la provincia de Mondoñedo.
   En documentos del archivo de este Concejo  consta que era montero mayor de la provincia en 1669, D. Luis de Luaces y Somoza, señor de Abadín y Lagoa de Montes de Meda".
 
                                                                                              Eduardo Lence Santar y Guitián.

   01/10/1923. Vida gallega, ilustración regional: año XV. Número 234.
   "PROVISTOS de las correspondientes vituallas, a las tres de la tarde del 26 de Mayo último nos reunimos varios amigos en la alameda de los Remedios, de Mondoñedo, a la sombra de los tilos, en los cuales alegremente cantaban pardillos y gilgueros, pinzones y aguzanieves.
   ¿Qué objeto nos congregaba?
   Ir a la montería que el 27 iba a celebrarse en los montes de Toxoso.
   Poca después llegaron el popular Faer y uno de sus hijos, que tenían el encargo de llevar varias cosas de algunos de los excursionistas.
   A las tres y media emprendimos la marcha.
   ¡Que tarde más espléndida, más buena, más deliciosa! El cielo, completamente azul, y el sol brillaba majestuosamente, inundando de luz el valle, los montes y las cañadas.
   ¡Adiós, Virgen de los Remedios; adiós, Patrona de Mondoñedo; adiós Señora la más veneranda del norte de la provincia!
   Todos nos quejamos del calor, que era intenso, pero todos íbamos contentos, ya que el día alegraba nuestros corazones.
   Allá en lo alto, en la falda de la sierra, rodeado de pinos, robles, castaños y eucaliptus, San Martín de Villaoriente o de los Picos, el histórico Convento de Terceros, hoy de Pasionistas.
   Más cerca la coquetona ermita de San Cristóbal, el popularísimo Santuario del Valle de Mondoñedo.
 ¿Qué mindoniense no tiene visitado aquellos poéticos parajes y rezado al milagroso San Cristóbal? Tal vez ninguno.
   Mas adelante, Zoñán, con la venerada ermita de la Virgen del Camino y el importante castro celta.
   Pasamos por Redondo, atalaya de Santa Margarita y Cesures.
   En el frente de un hórreo se ven pintados en tonos muy vivos una zorra y un gallo.
   Es verdaderamente chabacana esta pintura; pero los labriegos no dejan de admirarla con el mayor de los entusiasmos.
   Subimos por la falda de la imponente Pena da Roca, y como el camino es muy pendiente y el calor aprieta de firme, hacemos un pequeño descanso.
   Vénse prados por todas partes, digitales, heléchos, tojos, retamas, brezo y sauces.
   Una moza que apacentaba ganado, magistralmentc cantaba:

"Non quero vivir en Prado,
nin tampouco en Gontaríz; .
quero vivir en Barbeitas,
térra de muito maíz."

   Ya estamos en el alto de la Infesta. ¡Gracias a Dios!
   ¡Qué peso, qué peso echamos de encima! Nuestros pulmones se ensancharon.
   Sopla una brisa grata, gratísima, halagadora.
   ¡Bendita seas, brisa que nos refrescas, que nos das aliento, que nos das la vida!
   Á un lado y otro se ven enormes, colosales montañas. La yerba crece lozana por todas partes. En la altura vuela con gran arrogancia un azor, que de vez en cuando deja oír sus graznidos. Allá abajo, en una profunda hondonada, San Vicente, cabecera de la rillera de Trigás.
   En Cabana de Vella acordamos batir los matorrales que existen cerca de la casa donde fué hecha prisionera la partida carlista de Cornejo, pues allí suelen verse lobos.
   ¿Que resultado obtuvimos? Encontrar la cama de las fieras.
   Otra vez en marcha. Se nubla el sol. Una enorme bandada de buitres vuela encima de unos peñascos. Acababa de comer los restos de una yegua que mataran los lobos.
   Aquí y allá se vé multitud de ganado caballar y vacuno, riqueza de estas montañas.
   Labrador hay que tiene en el monte cincuenta vacas y otras tantas yeguas. Y aún los hay que tienen más.
   Un enorme garañón, acercándose a su grea, nos mira con recelo y prorrumpe en fuertes relinchos.
   Luego, sigue adelante con la cabeza erguida y la crin encrespada, mirando continuamente para nosotros.
   — Non conoce a xente— dice un labriego— e ten medo que le leven as bestas.
   Es admirable el instinto de estos animales.
   Dicen los montañeses que el garañón, al ventar los lobos, apresuradamente reúne las yeguas, que forman una circunferencia con la cabeza juntas, teniendo las crias en el centro.
   Al acercarse las fieras, el garañón no cesa de relinchar y andar al rededor; y las yeguas se defienden a coces de las acometidas.
   Valiña de Freiré es una pequeña aldea de cuatro o cinco casas. A la salida a la izquierda, existe un pequeño Crucero de piedra tosca.
   ¿Qué conmemora este crucero? La muerte dada por los lobos un pobre mantañés.
   Nadie recuerda el suceso, pues hace muchos años que ocurrió.
   Dicen los labriegos que, como el muerto era cristiano, desde entonces se ven en el suelo manchas de sangre, notándose mucho cuándo llueve.
   —Alí están, nos dijo un anciano del lugar señalando al suelo.
   Miramos y remiramos; pero nosotros, al menos yo, no hemos visto mancha alguna.
   Sin embargo, Faer y su hijo afirmaban rotundamente que ellos las vieron y que siempre las vieran cuando por allí pasaran.
   En la fuente de Romaríz probamos la excelente agua, que nos trajo a la memoria aquellos versos de Noriega Varela:

"E de vran? Quixera o rey
de España pr'o seu regalo
auga d'as fontes que calo,
sombra d'as pravias qu'eu sei."

   ¿San Juan de Romaríz? ¡Cuantos, cuantos recuerdos para el inspirado y querido Noriega!
   En Romaríz, como en Gontán, como en Quende, como en Fanoy, cómo en Labrada, es popular, popularísimo el ilustre autor de "Montañesas" y "Do Ermo."
   Pero Romaríz y Labrada son las parroquias predilectas del inspirado hijo de Mondoñedo.
   Unos versos suyos de la bellísima poesía "Do San Juan de Romaríz."

¡Albizaras! N-o cruceiro
do adro runfa un gaiteiro
tocand'unha ribeirana,
y-un rapaciño d'aldea
chout'agarrado a cadea
que baíxa desd'a campana.
A unha vella de cen anos,
qu' entre un fato de paisanos
pasou pr'a misa ¡hay que vela!
leva dengue colorado
y-un cirio repinicado
feito de cera amarela."

   Cerca de Romaríz está Espiñarcao, donde vive el popular ciego, tan conocido en la montaña, en la tierra llana y en la mariña.
   De él, dice Noriega en la poesía "Pr'as Canónigas":

"Donde había colorados
Refaixos, campaba o cegó
De Espiñarcao, un brañego...,
¡Si os hay n-a borda escolmados!
As trazas d'os nemorados
Festízanll'a inspiración;
Tras vosco viña o Espigón
Pra cantar; mais eu choraba!;
Que n-as copras latexaba
Da montaña o corazón."
 
    Como nos detuvimos bastante, al llegar a Labrada se echó la noche encima.
   La temperatura era excelente, magnífica. Relampagueaba por encima de Corda. En varias aldeas ladraban los perros. Las ranas y codornices cantaban alegremente.
   Varios de los excursionistas se separan para ir a pasar la noche en la casa de conocidos suyos.
   Los demás nos dirigimos a la casa do Bataneiro. A las nueve llegamos a esta casa, una de las más ricas de Labrada.
   Entramos en la cocina; típica cocina montañesa. El humo es espeso y huele a xestas. Las paredes, los bancos y las mesas parecen de ébano. En el cantareiro hay dos sellas con brillantes aros de hierro, pendiendo de una de ellas una limpia ferrada. Cerca, vése
una adala.
   Al lado de la lareira está el ercano. Cerca de la puerta hay dos mesas de levante, varias tablas y una cadeira. Dentro de la chimenea, colgada encima del fuego, vése la queixeira, que tiene seis magníficos quesos, y a los lados de ella se hallan varios tornos para secar la ropa que los labriegos traen mojada del trabajo.
   En la chimenea se ven también el galleiro, donde están las redondas tortas de mixtura, y los gambitos, que sostienen la carne de cerdo. En la camalleira, pendiente del paraño, hay un gran pote de hierro.
   El ama de casa nos trató con frialdad y recelo al principio; pero después puso buena cara.
   Llegan el Batáneiro y otras personas de casa. Es el Batáneiro hombre simpático y hablador. Al vernos de pié, nos dijo cariñosamente: Abánquense, señores.
   Se entabla animadísima conversación, que resulta en extremo interesante.
   ¡Qué modismos y palabras los de estos montañeses! ¡No, no hay gallego más enxebre, más puro que el de Labrada! ¡Encanta!
   Habla el Batáneiro.
   —Vemos ós lobos de cote. Non teñen medo, pois non fuxen, agás que vexan un fato de xente. Comen o gado miudo e mail-as criais d'as vacas e d'as bestas. Inda pasantonte quixeron comer unha xubenca; pro non puideron, anque a feriron ben n-os xambrós. En Lousada faí pouco , mataron os vecinos dous lobos n-un aplazo, acarón d'un fraguedo. Pro ningún home diste mundo deixa tantos lobos mortos como D. Juan do Campo, Crego do Cadramón. Dicen
que matou noventa e cinco. ¡Diol-o teña n-o ceyo!
   — E saben vostedes— dijo el cronista— o responso de San. Bartoloméu?
   —Sabemos, si señor— contestó o Bataneiro.
   — ¡Si m-o dixeran...!
   — Dillo tí, Pepa.
   Y la mujer do Bataneiro, mirando para el suelo, dijo:

"San Bartolomeu se levantou
E seu Santo camiño andou
E seu Santo rosario rezou
Y-a Noso Señor atopou.
— P'ronde colles, ¿ay San Bartólomeu?
— Voy pro ceyo, norabón.
— E ¿qué vas a catar?
— Herbas e maiciñas
Pra curar chagas e fridas
— Vólvete, ay San Bartolomeu,
Que ch'hei dar un tendón.
Heiche dar una tendalla
Que nunca ha decir abasalla,
N-a parte onde ti esteñas
N-haberá meigos nin meigas
Nin apedrarán pan nin cebeiras.
San Felipe e Samurdan
Prende o lobo e ceiv'o can.
Sin pastor nin gardadore,
A garda de Dios e
Do anxel mayore
Eisi seña encadenado
Como rebegón d'os carros
y-as rellas d'os arados
Nin comido nin adentado
Y-a corte seña volteado
Pol-o poder que Dios ten
Y-a Virxen María. Amén."

   — Sabémolle tamén as Palabras retorneadas de San Juan- exclamó el Bataneiro.
   Cenamos en un cuarto ámplio donde estaban preparadas las tres camas para los seis que a la casa del Bataneiro fuimos.
   Nos sirvió la cena una hija de los dueños de la casa. Al verla entrar, Faer nos dice muy serio:
   — ¡Non hay espeteira como a d'ela en todo Labrada...! E despois... ¡si viran qué carnes tan pedresas ten...! ¡Dios!...
   Prolongóse la cena hasta la una. No faltaron brindis, versos y cantos. Se discutió por todo lo alto y hasta hubo algo de baile.
   Nos acostamos; pero nadie durmió. De cama a cama se entablaron animados diálogos.
   A las tres llamaron a la puerta de casa. Eran gentes de Romaríz que iban a la montería y querían tomar la mañana.
   A las cuatro nos desayunamos con azucarada y salada leche, que en Labrada es magnífica, y poco después, acompañados del Bataneiro, que iba armado con un colmeiro, nos dirigimos a Toxoso.
                                                                                                                                  Continuará.

   15/10/1923. Vida gallega, ilustración regional: año XV. Número 235. 
                                                                                                                                    Conclusión.
 
   "Pasamos por la cima, que tenía dos grandes mechas de palenque, y encontramos a los demás compañeros de excursión.
   A la izquierda quedan las aldeas de Xuadentro, Cabeira, Barral, Carozo y Chao de Outéiro, con numerosas ruedas.
   El sol dora las cumbres de las montañas. Cantan los cucos, las codornices, las calandrias, los mirlos, los tordos y las perdices. Es magnífico, admirable el concierto que nos brindan las aves!
   Un amanecer de Mayo en estas montañas es algo misterioso, es algo que embarga los sentidos y hace elevar los ojos al cielo.
   ¡Señor..., Señor...! ¡Cuánta bondad, cuánta grandeza, cuánto bien derramas sobre los hombres!
   Allí están el Toxoso, el Arcade, Montouto, el Xistral y los montes del Cuadramón.
   Desde el Toxoso se ve la ciudad de Lugo.
   El Xistral elévase a más de mil metros sobre el nivel del mar.
   Dice la tradición que al Xistral van la noche de San Juan todas las meigas del país, montadas en escobas, y que allí hacen el reparto de las moscas.
   En el Alto da Espádela, del Xistral, perteneciente a las parroquias de Labrada, Cuadramón y Viveiro, nacen cuatro ríos importantes: el Masma, que forma la ría de Foz; el Oro, la de Fazouro; el Landro, la de Vivero, y el Eume, la de Puentedeume.
   En los montes de Cuadramón está la Fúrna, afamado criadero de lobos, jabalís, tejos, corzos, martas y gatos monteses.
   En la solitaria y triste aldea de San Antonio se unen a nosotros varios grupos de hombres y mujeres. Los hombres van armados con escopetas, colmeiros y hoces. Las mujeres llevan colmeiros y hoces.
   Dice un labriego:
   —Os de Montouto virón onte unha loba que tiña as rollas como puños. Axontáronse e guindáronlle unhos penedos; pro ela do demo si quería biscar.
   — Pois a Cabanas, do Pereiro,— exclama otro— matáronll'os lobos parantonte, a xunta d'a noite, acarón d'a mesma casa, sete cabras.
   —Pois a Farruquete, de Figueiras,— dice otro labriego— matáronlle e coméronlle unha vaca que valía mil e cen.
   Pasamos el río que baja de la Niveira, pasa por Gontán y desemboca en el Miño, y llegamos a Toxoso.
   El montero mayor de Abadín, D. José Pedreira, d'os Agros, estaba al lado de las cordas, que se trajeran de la Balsa y colocaran en Porto d'as Pedreiras, parroquia de Labrada. Y allí se hallaban también dos mangueiros y dos contramangueiros.
   Los mangueiros tienen a su cargo tirar las cordas a los lobos cuando éstos se acercan a ellas, para lo cual se sitúa uno a cada lado de las mismas; y los contramangueiros, cada uno de los cuales también se coloca a cada lado de las cordas, son los que matan allí las fieras con colmeiros, ayudándoles cuando es necesario los contramangueíros y la gente de los cordones.
   Si son varios los lobos que caen en las cordas, la lucha que con ellos se entabla es en extremo interesante, cayendo muchas veces los montañeses al lado de las fieras.
   La manga tenía la forma de una herradura imperfecta y ocupaba un radio de 19 kilómetros.
   El ala derecha estaba formada por los cordones de Fanay, Romaríz y Labrada; y el ala izquierda, por los de Corbelle, Samarugo, San Simón de la Cuesta y Montouto.
   En las armadas de las valgas, situadas a los lados de la entrada de la manga, había varios antepañedores armados con escopetas.
   Las corridas las formaban parte de Fanoy y las parroquias de Candia y Castromaor.
   Había cuatro velas: una en Penarredonda, otra en Pena do Formento, otra en Pena Camposa y otra en Castelo Grande.
   Las personas que tomaban parte en la montería serían unas 2000.
   Antes de las seis se hicieron los dos fumazos para anunciar la montería: El primero lo hizo en Os Chaos, Manuel Gil, de Labrada, y el segundo, en el Cerro, Venancio de la casa do Encanto, en Candia.
   Inmediatamente salieron las corridas— que se hallaban situadas en la entrada de la manga y las formaban multitud de hombres — dando grandes voces y disparando tiros. La de Fanoy, por la Fraga de Fanoy; la de Candia, por el Coto do Cerro, y la de Castromayor, por Canal de Pórtela.
   En las armadas situadas dentro de la manga, a unos quinientos metros de las cordas, están numerosos cazadores, entre ellos el buen amigo D. José Antonio Santomé, natural de San Simón de la Cuesta y vecino de Mondoñedo, que goza justa fama de ser el más inteligente y valiente de estas montañas.
   El cronista recorre los cordones, conversando con los hombres y mujeres que los forman.
   En el de Labrada está el fuerte y valeroso anciano Xan Dambrós, el cual, en una montería celebrada hace años, hallándose cerca de las cordas, luchó valientemente con un lobo, hiriéndolo y tirando con él al suelo con un colmeiro.
   En el cordón de Mondoñedo hay dos hombres que con gruesas agujas hacen medias de lana.
   ¡Qué bien calcetan! Dejan atrás a las mujeres más diestras. Tienen el hilo echado por detrás del cuello y metido en un bolsillo.
   Al frente del cordón de San Simón de la Cuesta está el valiente e inteligente montero Antonio Palmeiro. Componían este cordón uno de los más disciplinados, más trescientas cincuenta personas. Entre ellas había varias mozas guapas, verdaderamente hermosas. ¡Tenían unos ojos!
   San Simón de la Cuesta es parroquia de gran fama. Además de tenerla por sus quesos y capones, la tiene también por sus mujeres.
   Los cordones de Samarugo y Corbelle están mandados por los monteros José Fraga y Vicente Grandío, respectivamente.
   El de Fanoy lo dirije el montero Andrés Vidal de Ledín.
   Son las seis y media. El vela de Penarredonda grita con toda la fuerza de sus pulmones: -- ¡0 loooobo¡ ¡0 loooobo! Y al mismo tiempo agita un pañuelo blanco.
   Los cordones se ponen en guardia, preparando las hoces, los colmeiros y las armas de fuego.
   El montero mayor, colmeiro en mano, situado cerca de las cordas, que es el cabeza de la manga, anima a la gente, conminando con multas al que abandone el puesto. El momento es realmente interesante.
    De repente, rápida como un rayo, aparece la fiera bajando hacia Porto d'as Pedreiras.
   Grita el montero mayor, agitando los brazos.
   —¡Os de Labrada...! ¡Os de Romaríz...! ¡Os de Montouto. ¡Os mangueiros y os contramangueiros...!
   Y todos contestan con gravedad:
   — ¡Por aquí non, non fuxe o lobo!
   Desde las armadas se hacen más de treinta disparos. El ganado vacuno y caballar que estaba cerca, se asusta y emprende veloz carrera en varias direcciones. La fiera, dando saltos, continúa abanzando.
   Se hacen más disparos, algunos con poca prudencia, pues pasan, por encima de Santomé que se vé obligado a tirarse en el suelo, por fin, en Rego d'a Cova cae muerto el lobo.
   ¿Quién lo mató?
   El excelente tirador Andrés Balseiro, montero de Romaríz.
   Los velas tocan la trompeta anunciando la terminación de la batida.
   Armase la gran disputa, pues son varios los que dicen que con anterioridad a Balseiro hirieron la fiera y que por lo tanto era de ellos.
   Interviene el cronista, el cual, después de consultar el caso con el montero mayor y con varios hombres ancianos de Labrada, Montouto y San Simón, manifiesta que el lobo pertenece al montero de Romaríz. Y dice eso el cronista, en vista de que desde tiempo inmemorial, llevan los lobos muertos en las monterías, si no caen en las cordas, que entonces pertenecen al montero mayor, los que los rematan o hieren por última vez.
   La piel del lobo, por acuerdo del montero mayor y de Balseiro, se llevó al Ayuntamiento de Abadín.
   También se mandó, según costumbre, la cabeza; pues, el municipio da una gratificación por cada cabeza de lobo que se le presente.
   Los ayuntamientos de Villalba y Abadín a cuya jurisdición pertenecen las parroquias que tomaron parte en la montería, dieron dinero para la pólvora y pistones de las corridas de sus respectivas parroquias.
             
                                                                                       Eduardo Lence Santar y Guitián.