05/08/1949. La Noche.
Por Aquilino Iglesias Alvariño.
"He observado que muchos lectores de Noriega Varela tropiezan con la dificultad de localizar sus montañas, con las variantes de carpazonas y brañegas de este poeta. Donde están empadronadas estas gentes?
Nos pasa algo parecido con la obra de Valle Inclán. Las tierras de Lantaño y Lantañon aparecen en la parla antigua de don Ramón bajo extraños paralelos , desajustadas de las triangulaciones y escalas del Fontán. Tienen, sobre todo, una autonomía poética que no cabe en las divisiones administrativas decimonónicas. Si acaso, en las eclesiásticas, pero con inevitables fricciones entre arcipreste y arcipreste. No es posible que haya un juez comarcal que no dudara en filiar a don Manuel Lantañón, ayuntamiento de Portas, partido judicial de Caldas de Reyes. Si lo hubiera, los manes de Don Ramón, sus terribles manes barbudos, lo impedirian.
No es este precisamente el caso de Noriega. La geografía de Noriega es más o menos desconocida, pero exactísima. Alguna turbación que en ella introduce el poeta se explica facilmente, como veremos luego.
Noriega no somete su geografia a elaboraciones deformadoras. Se limita a reducirlas a síntesis poéticas, de reducidos elementos, pero siempre irreductibles a los de otra zona que no sea la de la montaña de Mondoñedo.
Cumbres bravas y solitarias con pradias y robles en las laderas, uces y carpazas en las cimas. Nieve sobre sebes y uces en el invierno. Niebla que se desgarra en los tojales de oro en primavera. Largos caminos con cruces y ermitas en los cabos. Lobos, miedos y consejas. Músicas de solos de flautas y discantos de zanfoña. Algunas veces, pandero y gaita o bombo y violín, por parejas. Esta síntesis es justa, sobre todo en los versos de Noriega, de las tierras altas del S. y W. de Mondoñedo, imposibles de ajustar a ninguna otra zona de Galicia.
Alguno de los elementos, sin duda, es facil hallarlos en cualquier parte. Eso le sucedió al propio Noriega en su peregrinar por Calvos de Randín y Trasalba. En este caso concreto, fué un ramo de abrulas, mustiándose felices sobre el seno de una moza de Maside, con ojos alegres de vendimias y lagaradas, tan otra de las carpazonas de Romariz, el que hizo el transplante. Pero en los versos de Noriega no hay otra montaña auténtica que la de Mondoñedo, y tuve buena ocasión de verificarlo en un reciente viaje, hecho de propósito.
Por el viejo camino de Gontán subí también al S. Juan de Romariz. En un hondo recodo se extendía el lugar de Espiñarcao, al sol de la tarde, de donde falta el ciego que Noriega conoció. Hacia el norte queda la Infesta que era el camino de Noriega.
Durante la jornada nos sirvio de guia O Demo de Romariz, que conoció a Noriega, es buen cristiano y nos contó muy divertidas histórias.
Siguiendo el itinerario obligado del poeta, fuimos encontrando cruceros isolados, iglesias hermas, pastores de ovejas, enmaruxadas y silenciosas. En la Corda me señalan el lugar de Sisalde, el de la Carmiña de un cuento de Noriega. Subiendo a Labrada, nos saludaron as costas do sol y los picos del Cadramón y el Xistral,
aló na terra virxen, terra esquiva,
donde nunca aparece unha alma viva.
Pasada Labrada, llegamos o sosego da chaira de Montouto:
Montouto, montaña fría,
a auguiña que nela nace
¡que boas rapazas cría!
Allí nos sivió de guia, en busca de una fuente, el brañego más simpático. Se llama Santiago das Leiras. Nos informó como allí, en Montouto, nacen los rios más poéticos de Galicia. El Masma de Mondoñedo, el Landro de Vivero, el Eume de las Mariñas, el Ouro famoso, por el que rodaron también los arneses de las mejores huestes de don Pedro. Y aún el Labrada, el dulce río lento de la Tierra Llana, que el Miño hereda.
Pero no todo es poesía. Las truchas de estos rios niños eran las más apreciadas en los buenos tiempos del Palacio de Buen Aire de Mondoñedo, y su mejor pescantín actual es O Pego de Viloalle.
--Pesca siempre, me dice Santiago das Leiras. Se non é o saltón é a mosca. El pesca siempre. Un día díxenlle eu qué me levaría por adprender o oficio, e pideume cen pesos e o que pescase nun mes. Aseguroume que nunha semana estaría adeprendido.
-- E vosté colleríalle a palabra?
-- Quite de ahí, señor! Nin por cantas troitas levan os cinco ríos quixera que se dixese que o Santiago das Leiras andaba co Pego a adeprender de troiteiro.
Eran sobre las doce solares. Subimos aún a Fonte Montouto, en la cima da Cadeira, para tomar una refacción de lacón y pantrigo. Estábamos rodeados de mentes solitarios y solemnes como no es facil suponer. Se comprendían bien allí estas arelanzas del poeta:
Logré a miña y-alma extraña
paz da solemne montaña
que xoto coroa o sol.
Poco a poco las cimas de los alrededores se fueron llenando de vacas pequeñas muy astadas, que buscaban el fresco. En las cavadas quedaron solos los ligones y de las treinta y cinco casas de Montouto salieron treinta y cinco cestas cubiertas de manteles de liño, con el caldo, la leche y el queso del xantar de los cavadores.
En el cielo había una deliciosa música de calandras".